Estamos empezando a ver en la televisión situaciones de agresividad y enfrentamiento como protesta de los sectores laborales más afectados por la pandemia. Es por ello un momento el actual en el que hemos de tener especial atención a como les está afectando a los niños/as y a los adolescentes esta situación.
En la primera etapa que vivimos de confinamiento, el quedarse en casa ha podido ser un factor que les ha permitido relajarse sin las obligaciones de tener que ir al colegio y a las actividades extraescolares. A otros quizás les ha podido producir frustración el romper el ritmo de su vida habitual. Tampoco ha sido el que ha pasado un verano normal. La continua tensión en la que vivimos desde marzo hace que se haya activado nuestro estado de alerta y no se llegue a desactivar, dejando a este en un funcionamiento desajustado que a la larga puede comportar sintomatología diversa, tanto ansiosa como depresiva.
No hemos de olvidar que los niños/as son como esponjas que absorben los campos emocionales de las personas que tienen alrededor. Aunque intentemos disimular y hacer buena cara, los momentos de incomodidad, presión o incluso desesperación que podemos experimentar por las diversas preocupaciones, familiares, laborales, etc. hacen que ellos también se vean afectados. Es para ello muy importante la comunicación con ellos, dedicarles momentos de calidad en los que podamos aparcar todo ese ruido de problemas que bombardea nuestra mente y entregarnos a conversaciones que les transmitan momentos de intimidad. Estos momentos son para ellos una fuente de nutrición que les aporta sensaciones de seguridad, de protección y confianza.
Les hemos de transmitir también el aprendizaje que se ha de obtener de los momentos difíciles, recurriendo a la positividad i a la resiliencia como herramienta para afrontar nuestro día a día. No hay duda de que el nivel de afectación emocional y vital de esta época depende de la situación personal de cada uno y de sus recursos para afrontarla, sea la que sea.
Al igual que se habla de los niños de la postguerra civil como una generación que quedó profundamente marcada por una época tan traumática, también se hablará de las generaciones postcovid. Es sin duda nuestra responsabilidad, tanto en el entorno familiar como en el de todos los profesionales que interactuamos directa o indirectamente con los niños/as y adolescentes, que estas vivencias sean lo menos traumáticas posibles. Las generaciones presentes y futuras nos lo agradecerán.